Reseña del libro "Perdidos en el espacio II"
Hasta que llegó el día de las elecciones municipales. El Sr. Alcalde quería ser reelecto y se sentía seguro de ganar. Pero perdió. Al día siguiente se encerró en su oficina y se pegó un tiro. La historia, que se pondrá turbia, es parte del cuento "Amigo secreto", que integra el nuevo libro de Carlos Tromben: "Perdidos en el espacio II", el autor intenta retratar la idiosincrasia nacional, que se vuelve la gran protagonista de sus cuentos a través de personajes como trabajadores, funcionarios públicos y tipos perdedores. "Somos un país insular", afirma el escritor. "Es un tema sobredimensionado, que la elite alimenta diciéndonos lo bacanes que éramos en lo económico, en lo productivo, pero no somos tan diferentes de otras naciones de la región". En el cuento Habilidades duras, Tromben abre con un relato del Mundial de Fútbol Femenino 2007. Para luego referirse a la Coca y la Gloria, las que se arrancan, literalmente, con la pelota. Son jugadoras de barrio. "La Coca tiene medio metro para llegar y levantársela. Lo logra, pero la pelota no entra, se va a medio metro del palo derecho. ¡Mal!". Pierden, necesitan un entrenador, piensan postular a "un fondo concursable". Alguien llegará a ofrecerles, al equipo de la Coca y la Gloria, más que un buen entrenamiento para subir puntos en el campeonato"Uno opera como médium de determinados terrores y obsesiones, buscando la complicidad con el lector", asegura. "Chile no es más loco que ningún país, pero vaya que es loco", apunta.
Si en el primer tomo de Perdidos en el espacio, de sólo 50 páginas, Tromben describía en clave el rol de Mariana Callejas en la dictadura militar, ahora vuelve sobre el mismo período, pero a través de personajes anónimos, como en el cuento Latin rock. Allí se lee: "La ciudad lleva casi trece años bajo un régimen de vigilancia, especialmente por la noche. Pero aún así hay un intenso tráfico de personas: bajan del oriente adolescentes que estudian arte o diseño; suben del poniente hijos de anarquistas, profesores y funcionarios". En Latin rock la música es el escenario que ilumina los años de dictadura. Suena Morrissey, circulan vinilos, se lee la revista La Bicicleta, mientras los chicos quieren ser rebeldes.